• BURBUJAS DE OCIO: NUEVAS FORMAS DE CONSUMO CULTURAL



    El celular es hoy un dispositivo emisor/receptor de todo tipo de contenidos y aplicaciones. Su tasa de penetración lo ha propulsado con rapidez al rango de medio masivo de consumo individual. Los medios tradicionales siguen teniendo la predominancia en el consumo de contenidos pero la llegada del celular perturba cada vez más la conocida jerarquía. La “cuarta pantalla” no sólo crece en tamaño si no también en influencia.

    El fenómeno no concierne solamente la “tribu del pulgar”, la generación de nativos digitales. El nomadismo creciente en la hiperurbanidad ha hecho que los dispositivos móviles incrementen su presencia en todos los momentos de la vida cotidiana, borrando las fronteras que deben separar lo público de lo privado, lo laboral de lo personal.

    La telefonía móvil ya no vive sólo de palabras o, al menos, no sólo de la oralidad. A la incorporación de funciones vinculadas con la localización y los desplazamientos en la ciudad (mapas y funciones de GPS asociadas a la búsqueda de información sobre el tráfico, la mejor manera de desplazarse, los destinos más adecuados y las reservas de servicios), se agregarán con énfasis servicios en el terreno de la seguridad personal (supervisión de niños, conectividad a centrales de vigilancia) y colectiva (alertas grupales sobre conflictos públicos, terrorismo, desastres naturales), encontrará un lugar en la supervisión médica a distancia, asumirá una mayor responsabilidad en la captura de todo tipo de información, incluso la que aun no imaginamos cómo podría ser registrada y transmitida. Más temprano que tarde, algunos de estos servicios estarán a disposición de millones de usuarios con costos que deberían hacerlos asequibles por doquier las 24hs/7días/365días al año.

    Sin embargo, el mayor impacto de la cuarta pantalla, entendida en forma amplia como la pantalla de los dispositivos ultramóviles, está aun por venir. El acceso móvil a Internet y a la TV (la TV digital también prevé la distribución a los móviles) transformará significativamente el consumo cultural. Los celulares mejoran su ergonomía para facilitar la lectura de contenidos. Llegan dispositivos específicos, como los readers de Sony y de Amazon, especializados para la lectura de largos textos en una pantalla más grande que la de los teléfonos móviles, y las netbooks o ultra mobile PCs, más pequeñas (pantallas de 8″ a 11″) y livianas que las notebooks. Así equipados, los ciudadanos wi-fi estarán hiperconectados con todo aquello que su dispositivo móvil pueda dialogar.

    Entre los muchos factores que favorecen el encuentro de la telefonía móvil con nuevas formas de consumo de contenidos, resalta la nueva distribución de los tiempos de ocio, sobre todo, de las personas que habitan en las grandes ciudades. Los desplazamientos son más asiduos. La vida laboral y extralaboral se colmó de pequeñas pausas, interrupciones, mayormente evitables, producto de la irrupción incesante de mensajes o motivadas por actividades que escapan a la comunicación interpersonal oral y escrita (SMS) que fueron paradigmáticas de la anterior fase de la telefonía móvil. Una micropausa, tiempo de ver un video en Youtube o consultar un blog. Instersticial, el ocio se escurre entre bloques económicamente productivos, en los tiempos de espera, en los cortos desplazamientos. Con la aparición de estas burbujas de tiempo, los nuevos medios y dispositivos móviles tienden a jugar un rol protagónico en la vida de las personas.

    Los nuevos medios (YouTube, Facebook, Twitter, WordPress, etc.) son los que mejor se adaptan a estas nuevas formas de distribución de los tiempos de ocio. La recepción móvil amplifica el fenómeno. Más que ninguna otra, favorece el empleo de estas burbujas para acceder e, incluso, producir y distribuir contenidos (microblogging).

    Esta Sociedad del Ocio Intersticial representa un verdadero desafío para la Cultura. Ante esta burbujeante realidad, la Cultura debe reaccionar. Comenzando por entender mejor las razones que hicieron que la lectura perdiera el lugar que ocupaba en los vagones de subterráneo y en las pausas de rutina. Implica dejar de preguntarnos si tiene futuro el libro y buscar más de una respuesta a las preguntas ¿qué libro tiene futuro? Los espacios perdidos por falta de adaptatividad del soporte y del contenido pueden ser recuperados aprovechando que, como nunca antes, el soporte material (dispositivo móvil) está alineado con las exigencias de la cotidaneidad. Existe la oportunidad de recuperar los espacios perdidos. Solo hace falta contenidos adecuados, que no por ser brevedades carecen ineluctablemente de calidad o están condenados a ser efímeros y volátiles.

    Con nuevos géneros y formatos, frutos del talento y de la innovación, la Cultura puede recuperar espacio allí donde la vida nómada lo permite, durante una breve espera, un corto desplazamiento, el tiempo que dura una burbuja de ocio.

    Artículo de Roberto Igarza.
    Publicado por El Cronista.
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